sábado, 14 de septiembre de 2013

Novena a San Rafael Arcangel Día Séptimo

(De Rodillas ante la imagen de San Rafael Arcangel, se dará comienzo a la novena)

Levantando el corazón a Dios, procurando alentar la confianza y avivar la fe, haciendo presente con la consideración a toda la corte celestial y a la reina de los ángeles como especial abogada nuestra, en cuya presencia con humildad, dolor y arrepentimiento dirá de todo corazón 

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor Mío, por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido, y propongo firmemente de nunca más pecar, de apartarme de toda ocasión de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta, y os ofrezco mi vida, obra y trabajo en satisfacción de todos mis pecados. Y como os suplico,   así confió en vuestra bondad y misericordia infinita, me los personareis por los merecimientos de vuestra preciosa sangre, pasión y muerte,  me daréis gracia para enmendarme y  para perseverar hasta la muerte Amen.

Glorioso Arcángel San Rafael, sagrado príncipe de los siete que asisten al trono supremo del mismo Dios, si es para gloria de su majestad divina y para honra de vuestra alteza que yo consiga lo que deseo y pido en esta Novena, alcanzadme esta gracia del señor, y si no, enderezad mi petición y pedid a Dios aquello que más me conviniere para mayor gloria suya , vida, salud y provecho de mi alma.

Día Séptimo

Dios y Señor de los Tronos, en que descansáis como en Trono de vuestra Gloria y asiento de vuestra Majestad: yo os ofrezco los merecimientos de estos altísimos Espíritus y los de vuestro Arcángel San Rafael, que después de los trabajos de aquel dilatado y peligroso camino en que acompañó a Tobías, le puso en el descanso y quietud de su familia, logrando con gran consuelo todos los bienes que por su dirección había conseguido: yo os suplico que me concedáis el descanso y la quietud de vivir siempre en el amparo de vuestra altísima providencia, y otorgadme la petición que os hago en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra. Am


(Aquí se rezará tres veces el Padre nuestro y Ave maría y después se dirá a San Rafael lo siguiente.) 

Santísimo Príncipe de la Gloria y poderoso Arcángel San Rafael, grande en los bienes de la naturaleza, grande en los dones de la gracia, grande en el ardor de la caridad, grande en el resplandor de la sabiduría, grande en la piedad con los hombres, grande en el poder contra los demonios, grande en la dignidad, grandísimo en la Humildad, Medicina de Dios, Médico de la salud, Príncipe de los Médicos, Prefecto de la curaciones, Salud de los enfermos, Luz de los ciegos, Gozo de los afligidos, Custodio de los caminantes, Guía de los peregrinos, Maestro de los que desean la perfección, Protector de la virtud, Celador de la gloria de Dios, Ensalzador de la limosna, del ayuno y de la oración: ruégote, piadosísimo Príncipe, por aquella caridad con que acompañaste a Tobías el mozo guardándolo de muchos peligros, librándole a él y a Sara su Esposa de aquel cruel demonio Asmodeo, sanando al anciano Tobías de la enfermedad que padecía en sus ojos, y llenándole su casa y familia de muchos bienes, me asistas en las enfermedades, me acompañes en los caminos y me defiendas del demonio y de la torpeza, para que viviendo castamente en esta vida, merezcamos ver la luz de Dios en la eterna: y también os suplico me alcancéis lo que pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén

(Alentando cuanto se pudiere la confianza, con las palabras que a cada uno le dictare su afecto se pedirá a San Rafael el favor especial que desea conseguir y luego para obligar más a Dios pondrá por intercesión a la Reina de los Ángeles diciendo esta)

O soberana Reina de los Cielos y Señora de todos los nueve Coros, María Santísima, digna Madre de mi Señor Jesucristo, Templo vivo de la Divinidad, depósito de los tesoros, de su gracia, principio de nuestro remedio, restauradora de la universal ruina de linaje humano, nuevo gozo de los Santos, gloria de las obras del altísimo y único instrumento de su omnipotencia: Confiesóte por Madre dulcísima de misericordia, refugio de los miserables, amparo de los pobres y consuelo de los afligidos, y todo los Espíritus Angélicos y los Santos, todo lo confieso; y lo que en tí y por tí alaban a la Divinidad y la Glorifican, todo lo alabo! todo lo glorifico! y por todo te bendigo! Magnifico, Confieso y Creo.  Y pues el poder divino convida a todos los pobres desvalidos, ignorantes, pecadores, grandes, pequeños, enfermos, flacos, y a todos los hijos de Adán de cualquier estado, condición y sexo, Prelado, Príncipes e inferiores para que vengan por su remedio a su infinita y liberal Providencia, por la intercesión de la que dio Carne humana al Verbo, porque sola ella es poderosa para solicitar nuestro remedio  y alcanzarle, por tanto, Sagrada Reina de todas las Jerarquías, os pido y suplico en nombre de todas ellas, nos alcancéis de vuestro querido Hijo la exaltación de su Santo nombre en todas las cuatro partes del mundo, la salud espiritual de todas las almas, la extirpación de las herejías, la ruina del soberbio príncipe de las tinieblas , la universal extensión de la santa iglesia, la paz y concordia entre los príncipes cristianos, para que todos eternamente alabemos el Santo Nombre  de Jesucristo, a quien sea gloria por infinitos siglos de los siglos amén. 



Gozos

Pues que sois tan poderoso
En la Patria Celestial
                             Libradnos de todo mal, 
                                 Arcángel Rafael Glorioso 

Con milagros portentosos 
Socorres necesidades,
Desterrando enfermedades 
Dolores, males, tormentos 
Llenas también de contento 
A los que están sin reposo 

                             Libradnos de todo mal, 
                                 Arcángel Rafael Glorioso 

Cuando el terremoto fuerte
A Cadiz la mar cercó,
El que salir intentó
En su puerta halló la muerte
Y en tan desvalida suerte
Le amparasteis prodigioso


                             Libradnos de todo mal, 
                                 Arcángel Rafael Glorioso 

Medico de la salud
os aclaman las naciones
Perfecto de curaciones
celador de la virtud
Grande en la solicitud
Con que nos buscas gustoso

                             Libradnos de todo mal, 
                                 Arcángel Rafael Glorioso 

A todos los caminantes
Amparais en su derrota
Librais la cristiana flota,
Guías a los navegantes,
Y a todas horas e instantes
Les dais puerto venturoso

                             Libradnos de todo mal, 
                                 Arcángel Rafael Glorioso 

Nos miras con rostro Afable
En todas necesidades,
Usais de vuestra piedades
Con un amor admirable;
De este mundo miserable
Sacadnos con fin gozoso

                               Libradnos de todo mal, 
                                 Arcángel Rafael Glorioso 

Pues que sois tan poderoso
En la patria celestial

                               Libradnos de todo mal, 
                                 Arcángel Rafael Glorioso 

ANTIPHONA
PRINCEPS gloriosissime, Raphael Archangele, esto memor nostri: hic et ubique semper precare pro nobis Filium Dei, alleluia, alleluia. 

V. Stetit Angelus iuxta aram templi.
R. Habens turibulum aureum in manu sua.

DEUS, qui beatum Raphaelem Archangelum Tobiae famulo tuo comitem dedisti in via: concede nobis famulis tuis; ut eiusdem semper protegamur custodia et muniamur auxilio. Per Dominum nostrum Iesum Christum. Amen

(Traducción aproximada)
ANTIFONA
Oh Gloriosísimo Príncipe, Arcángel Rafael, acuérdate de nosotros, aquí y en todas partes: ora siempre al Hijo de Dios por nosotros, aleluya, aleluya

V. Un Angel se puso junto al Altar del templo
R. Con un incensario de oro en su mano


Oh Dios que has dado a Tobías tu siervo al bendito Arcángel Rafael, como compañero para el viaje, concédenos la gracia, a quienes también somos tus siervos, que también podamos ser protegidos por su vigilancia y fortificados por su ayuda. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén


Oración Final
(Para todo los días)

Santísimo Arcángel Rafael, Príncipe grande de la Corte del Cielo, grande en los dones y bienes de la sabiduría y de la gracia de Dios, Príncipe de los Médicos, perfecta curación de todas las enfermedades, guía de los ciegos, luz de los caminantes, consuelo de los afligidos, consejo para elegir estado, proveedor de los necesitados, protector de los castos, presidente de los matrimonios, dándoles sucesión para la unión, ligador del demonio Asmodeo.  Celador de la honra de Dios, oferente de la limosna y el ayuno. ¡Oh soberano Arcángel, cuál es tu grandeza que no cabe más en los Coros de los Angeles! ¡y cuál ha de ser tu piedad conmigo, concediéndome lo que te suplico! ¡Y cuánta obligación ha de ser en mi el reconocer los beneficios que espero de la Majestad de Dios por tu eficaz Intercesión! Soberano Arcángel guíame para que la miseria de mi fragilidad no tropiece en tanto peligro, gobernándome de la lengua solo para alabar al Señor y desear el bien del prójimo: ablanda mi corazón al sentimiento de las ofensas de Dios y la crueldad que hubiere tenido con mis enemigos. Desata Santo mío, los nudos de la miseria de mis manos para hacer todo el bien que pueda por los pobres Debaos yo estos favores, todos tan de vuestra caridad, para que yo diga lo que Tobías, pues por tu intercesión gozó salud en el alma y en el cuerpo, y muchos bienes e Hijos, viviendo en santa paz él, su Esposa, su Padre y Suegros, y después gozaron de la luz de Dios. Todo lo espero yo gozar por tu amor, Soberano Arcángel, y te hago voto de ser tu amigo y hacer cuanto bien pueda por los pobres, en honra y gloria de Dios y de la Santísima Reina de los Angeles, y agrado tuyo y de los Coros de los Angeles, por quien te suplico me ampares para el acierto de todo. Y así mismo, Soberano Arcángel, reconozca el Reino en la ocasión presente de tanta enfermedad del contagio de nuestros pecados, el remedio del Señor por su soberana caridad. Haya paz entre los Príncipes Cristianos, mirad el riesgo de las conciencias, la pérdida de las vidas y que se destruyen los caudales: no permitas entren los Herejes al corazón más puro de la Cristiandad; alcanzad este favor de la Majestad de Dios, y pues asistís al Trono, poned, Santo mío, por intercesora a la Sacratísima Reina de los Angeles, decidle de nuestra parte que ha de ser quien serene la tormenta de este castigo de nuestras culpas y que esperamos el perdón por ser nuestra Abogada y vos Soberano Príncipe, que tantas ocasiones habéis dado a entender tanto amor a los mortales, resucitad en esta ocasión nuestra ingratitud para que reconociendo el yerro alabemos al Señor por tantos favores, y el tan grande de haber destinado un Príncipe de su Corte para remediarnos de todos los males y guiarnos por buen camino para gozar de su Gloria eternamente. Amén

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